De ella no me queda nada,
Partió, marchó, me dejó, me abandonó...
Ponedle vosotros el nombre... se fue.
Todo lo nuestro con ella.
Ni un recuerdo queda de lo vivido,
ni tan solo como un sueño no cumplido.
Un día cualquiera...
sin sol, sin nubes ni estaciones,
...un día cualquiera.
Un día de espesa niebla
paralizado y lleno de impotencia
cerré los ojos,
clamé por un sueño perpetuo.
Si soñaba, vivirla en mis sueños,
si no, esconderme de mi dolor.
No existe la inconsciencia perpetua.
Quise gritar y no pude
intenté llorar... tampoco.
Una sola lágrima rasgó mi párpado,
más fuerte que el mismo cuarzo,
descendió por mi mejilla,
abriendo heridas.
Donde guardaba cada uno de sus besos
ahora, solo sangraban... dolor y asfixia.
La niebla me consumía,
cada vez más densa,
más concentrada... más fría.
Un solo momento para liberarme de ella,
convertida en nube.
Una nube muy blanca,
atrapada entre ramas
delante de mi ventana.
Nube que es cadena perpétua.
Guarda nuestros recuerdos
atrapada en un árbol
frente mi ventana.
Recuerdos que no puedo sentir,
impotente locura en asfixia.
Ya no duele que ella no esté a mi lado
Mata poco a poco ver mi paisaje,
una nube muy blanca,
vigía de mis recuerdos
los que nunca volveré a tener,
delante de mi ventana.
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