Antes de las siete de la tarde

Anido mis besos en tus labios,

me correspondes mordiendo los míos,

los recorro de extremo a extremo,

detengo mi pasión y los atrapo,

mis dientes los estiran para sí,

cedes y abres cauta la boca,

nuestras lenguas se entrecruzan,

cada una busca la carnosidad de la otra.

Trinan en el aliento ajeno de otra boca.

Tus párpados sueltos y caídos,

los descubro y en ellos leo tu permiso.

Besos de mi boca brotan en tu cuello,

mis manos acarician tus mejillas,

buscan las tuyas y las aprisionan,

como prisioneros son en mi tus pechos,

pechos que se enrogecen en mi boca,

y endurecidos crecen sus pezones, 

los lamo ávido de su fuerza y volumen.

Busco tu abdomen mientras mis caricias

y mis uñas descienden por tu costado,

marcan líneas rojizas... te estremeces,

mi cara se hunde en tu vientre,

lo acaricio vehemente con mi rostro.

Me excitan tus movimientos,

quieres más, deseas mucho más.

Todos tus músculos me empujan,

acompañan, dirigen y dominan.

Las caricias se reparten en tus piernas.

Arden como arde tu sexo,

muy húmedo, extremadamente húmedo.

Mis labios chocan con los tuyos,

se reconocen y tu clítoris cede.

Ante mi el vestíbulo para darte placer,

un lugar para encontrar mi placer.

            Mis manos bajo tus nalgas,

            te levanto ligeramente,

            te aprisiono en mi boca.

            Suspiros, jadeos, silencios,

            tu temblor recorriendo mis sentidos.

Tu regocijo reflejado en tu sonrisa,

cae todo tu peso sobre mi,

un descanso entre pieles exhaustas.

Me miras, sonríes y te dispones,

inicias el juego sobre mi cuerpo

y me correspondes en placer.

                         Callados

                                         plácidos

                                                       nos miramos

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