Conviven cada noche nuestros relieves,
de uniformidad perversa reconocidos.
A ciegas dibujamos el delicado tacto,
pieles esperando apasionadas caricias.
En instantes sin rutas preconcebidas,
peregrinos descubriendo los paisajes
atesorados en los cuerpos entregados,
rendidos al agitado deseado cansancio.
Seduce plácida la mirada de mis manos,
son el tacto de mis ojos llenos de vida.
al son de tus caricias gimoteadas en mi,
siento el relieve ahora tenso, ahora frágil.